lunes, 24 de agosto de 2009

Reflexiones sobre la música.

Muchas veces pienso en qué es lo que nos hace disfrutar tanto de la música, por qué una canción nos evoca tantos recuerdos, por qué un sonido concreto nos transmite tantas emociones. Puedo afirmar sin exagerar que a mí la música me cambió la vida en un momento determinado de mi vida y como a mí a miles y miles de personas en el mundo.

La música, la buena música, lo es porque habla de grandes emociones desde un lenguaje puramente bello. No podemos valorar en términos objetivos lo que es la belleza, esta simplemente se manifiesta, y nosotros la detectamos, es así. ¿Por qué esta canción es tan bella? Pues no lo sé, lo es, y punto. Escuchamos una canción, un sonido, y algo se activa en nuestro cerebro, un proceso químico que nos despierta algo en nuestro sistema neurológico y que provoca esas sensaciones y emociones. Pero hace falta algo más para llegar a lo más profundo del alma. Hace falta algo más para golpear y cambiar conciencias. Hace falta haber sufrido y vivido mucho, y saber traducir ese puto dolor y tristeza en acordes, notas y estribillos. Y es esa estimulación de sentimientos, esa especie de conexión espiritual entre el fan y el artista, lo que convierte a la música en un medio de expresión de un poder tan devastador y absoluto, y también, por qué no decirlo, lo que establece la diferencia entre los mediocres y los más grandes.

Así pues llenamos nuestra memoria con recuerdos, y los acompañamos de bandas sonoras, de letras y melodías que son las que nos acompañan durante toda nuestra vida. Y cuando llega el momento de verte cara a cara con los que han escrito la banda sonora de tu vida, ese momento, joder, es indescriptible. Es imposible contener la emoción porque hay mucho por lo que agradecerles. Estoy convencido de que muchos de ellos no saben ni por asomo lo felices que han hecho a muchísima gente. Todas las veces que he llorado escuchando una canción no lo hice por la emoción, lloré por algo mucho más profundo e inexplicable. Algo que conectó con mis entrañas, directamente a las vísceras, y me arrancó tantas cosas de dentro, tantos recuerdos, tanto sufrimiento, tanta melancolía, tanta energía, TANTO…

A veces pienso que esto solo me pasa a mí, que soy como muy sensible y le doy mucha trascendencia a las cosas, pero entonces es cuando vas a un concierto de tal y de cual y ves a miles de personas sintiendo lo mismo que tú, y entonces es cuando comprendes que no hay lenguaje más universal que el de la música.

:D

Se me pasaron mil ideas por la cabeza. Quemarlo vivo, por ejemplo. Pero eso llevaría mucho tiempo y actúe de forma instintiva.
-Ahhh!!- grité.- Te voy a matar maldito cerdo!!!- me avalancé sobre él. Comencé a darle puñetazos.
-Parece que aún quieres más guerra, no?- se rió.- No te bastó?
Seguí pegándole pero aún más fuerte. Me agarraron por la cintura y me apartaron. Vi el rostro serio de Matt que apretaba con fuerza sus manos en mi cintura. Creo que lo hacía para no avalanzarse sobre Leo.
-Oh! Qué bonito!- dijo Leo en tono sarcástico.- El becado pobre y la rica putita enamorados, yo pensaba que esto sólo pasaba en Hollywood.
En ese momento intenté escapar de los brazos de Matt, pero el me agarraba más fuerte aún.
-Suéltame!! Suéltame!!- le dije pero no me hizo caso. Me cogió la mano y me apartó de delante con suavidad quedándose él delante de Leo.
-Retira lo que has dicho inmediatamente.- dijo en tono de amenaza Matt.
-Por qué iba a hacerlo?.- soltó una carcajada.- Acaso algo es mentira?
-La verdad es que tienes razón, sólo te has equivocado en una cosa: ella no es una "putita" y el chico pobre y becado te va a partir la cara.
Al escucharlo Leo se puso de pie quedándose frente a frente con Matt.
-Puedes repetir lo último?- replicó Leo.
Leo tenía un cuerpo escultural. Todos los músculos completamente marcados pero tampoco muy voluminosos, sin embargo, Matt era delgado y no tenía el mismo cuerpo que Leo, aunque si era más alto, le sacaba una cabeza.
-Claro que puedo repetirlo, sé que tardas en asimilar las cosas.- respondió Matt con sarcasmo- Pero para qué repertirlo con palabras si te puedo hacer una demostración?- y sin más palabras de por medio le metió un puñetazo en la cara.
-Esto es lo que sabes hacer?- preguntó Leo entre risas y le devolvió el puñetazo. Cogió a Matt por los cuellos de la camisa y lo lanzó contra las mesas. Luego se siguieron pegando hasta que Leo lo estampó contra la pared y le dió un golpe secó en la nariz. Matt se tocó la nariz y vió que estaba sangrando, lo cual le enfureció más. Cuando estuvo a punto de devolderle aquel último golpe entró en clase el profesor de Geografía, Mr Greg, un señor de pelo moreno muy menudo, qué además era algo tartamudo.
-Q-q-qqué es-ss-tá pa-a-a-sando aquí?- preguntó con cara de espanto.- Ve-e-engan conmigo.- señaló a Matt y Leo.
-Mr. Greg, ha sido todo culpa mía, creo que debería ir yo.- dije
-C-c-om-mo q-quiera se-ee-ñotit-tt-ta
Le seguimos hasta el despacho de Miss. Elisabeth, la directora.
-Ess-ssperen aq-qq-quí.- dijo el profesor y entró en el despacho.
Leo se giró y me miró.
-Le va a encantar la historia del vídeo a Miss Elisabeth, no crees?- dijo entre risas.
-Cállate, estamos aquí por tu culpa- dijo Matt
-Leo sólo te pido que no se lo digas a Miss Elisabeth porque se lo contará a mi padre, es el único favor que te pido.- dije suplicando
-Tranquila, no te va a pasar nada- dijo Matt mientras me acariciaba la mano. Quería besarle, pero aquel no era el momento más apropiado.
Él se limitó a soltar una sonrisa que realmente no sabía que significaba. En aquel instante Mr. Greg salió del despacho.
-Ss-ss-uert-tt-e- dijo mirándonos.
-Pasen.- sonó una voz desde el despacho. Obedecimos.
Nos sentamos frente a Miss Elisabeth en aquel despacho de color verde esmeralda que tenía detalles de madera oscura.
-Buenos días- dijo seria la directora.
-Buenos días.- contestamos los tres.
-Qué ha pasado esta vez?- preguntó. Acto seguido se fijó en la nariz de Matt.- Oh! Está usted sangrando señor Robson, tenga un pañuelo.- le acercó un kleenex.- Veamos alguien puede explicarme como han llegado a esta situación?
-Por supuesto.- respondió Leo.- Mire, todo comenzó cuando empecé a salir con Nicole hace un mes. A Matt siempre le ha gustado la srta. Watling.- hizo una pausa. En aquel momento me quería morir, se lo iba a contar todo a Miss Elisabeth.- Y nunca ha soportado que ella no le hiciese caso y menos que estuviese conmigo. Entonces, comenzó a mandarle mensajes sin parar a Nicole, casi acosándola. Ella está cansada de que la moleste.- me estaba quedando boquiabierta con sus palabras.- De tal forma que decidí hablar con él para solucionarlo amistosamente. Matt se molestó y comenzó a pegarme. Fin de la historia.
-Es eso cierto srta. Watling?- preguntó mirándome. Yo volví mi mirada hacía Matt. Su cara expresaba mucha preocupación pero me hizo un gesto de "OK!" con los dedos y me guiñó un ojo. Más tarde hizo un gesto con la cabeza que quería decir que afirmase la versión de Leo.
-Emmm..S-ssí- contesté. En aquel momento me sentí realmente mal. Tenía ganas de gritar "NO!", pero sabía que era mi palabra contra la de ellos dos. Leo apoyaría hasta l muerte su versión y Matt le seguiría para que no se supiese la verdad sobre el vídeo.
-De verdad señor Robson que no lo entiendo, tenemos mucho que hablar..-dijo mirando a Matt, más tarde se dirigió a nosotros.- Muchas gracias por contarme lo sucedido, por favor, si son tan amables, déjenme a solas con el señor Robson.- ambos nos levantamos y abandonamos el despacho.
-Gracias.- le dije a Leo
-No lo he hecho por tí, si cuento la verdad, las culpas habrían sido todas para mí. Mejor que caigan sobre ese pobre.
-No había caído en eso.. Eres un completo cabrón.
-Ya, pero a ti te gustaba..- soltó una risa- En serio te gusta ese tío?- preguntó con sarcasmo.
-Después de haber tenido que soportarte a tí.. La verdad que es el tío más increíble con el que me he podido encontrar.
-De veras?, cómo me duelen tus palabras..- volvió a decir con ironía. Se giró para marcharse, pero volvió la cara.- Por cierto, espero que a tu padre también le guste nuestro vídeo.- se fue riéndose.
Me quedé completamente blanca. "Mi padre?", se lo había enviado?. Me parecía todo tan subrrealista que no sabía si estaba en un sueño. Me pellizqué el brazo para ver si salía de esa pesadilla, pero no fue así.
"Mi padre se va a enterar.."- me dije para mis adentros. Derrepente me acordé de Matt. Me acerqué a la puerta para escuchar la conversación.
-Después de los hechos acontecidos señor Robson, no cree que debería ser expulsado?- preguntó Miss Elisabeth.
-Sí- contestó Matt. Sonó como un susurro.
Matt.. expulsado?- pensé- Y encima Leo se va de rositas?.
Me quedé frente a la puerta un momento sin saber como actuar, pero me acordé de que el gilipollas de Leo había enviado el vídeo a mi padre. "Al infierno, al fin y al cabo se va a enterar mi padre..!"-pensé.
Llamé a la puerta del despacho. Y la abrí lentamente.
-Qué hace aquí señorita Watling?- preguntó Miss Elisabeth. Matt me miró desconcertado.
Realmente ni siquiera yo sabía lo que estaba haciendo. Pero Matt necesitaba mi ayuda. Se había metido en eso por mi culpa, tenía que salvarlo como fuese.

miércoles, 19 de agosto de 2009

(L)

"En una profunda y soleada tarde de verano, una bonita puesta de sol me ayudó a recordar viejos tiempos, en los que yo era pequeña, rubia de tirabuzones y en los que era feliz con una simple cuchara; aquellos maravillosos 70 en lo que había crecido se habían ya desvanecido en este nuevo siglo, ¡Sí! Aquellos años eran magníficos, divertidos sensuales cariñosos y acogedores, ahora eso ya se fue y necesito seguir la nueva vida que llevo pero si daría pero volver a vivir allí y quedarme estancada en esa maravillosa y prodigiosa época…..''


:D


ese dia fue genial nos pusimos a derrochar 17000 pequeñas bolas sobre esa antigua cama de madera de nogal mientras que julia recogia la habitacion, depues de esto empezo la fiesta empezamos como absurdas niñas de 5 años a jugar con ellas y a tirarnoslas unas a otras y muchas mas cosas...todo trancurria fantasiosamente bien hasta que de todo esto se enteró julia, rápidamente empezamos a recoger esas minusculas bolas que apenas se veían, casi se podrían comparar con granitos de ese arroz basmati,guardamos agilizadamente la cja de estas debajo de la cama y nos pusimos a hablar de moda.....

No lo puedo asimilar..


9 de Octubre, Nueva York, 7:00h.
Me levante con el pelo completamente alborotado, pues me quede dormida con el moño del día anterior.
Agarre aquel vestido de Chanel, que únicamente me lo ponía para los días especiales, y hoy era uno de esos días.
Cogí los " Manolo" de color grisáceos, las llaves de mi loft y la gabardina gris de invierno, pues había comenzado el mal tiempo.
Nada mas bajar a la calle, alce la mano y un taxi apareció de repente de la nada. Seria porque le pagaba mensualmente para que me recogiese entre las 7:30 y las 9:00.
-A "Columbus Circle", por favor- rebusque en el bolso mi liosa agenda. Aquella Angelica que conocisteis hace dos años ha cambiado bastante en algunos aspectos.
Observe que todavía me faltaba comprar algunas cosillas, y también tenia que recargar mi tarjeta platino, pues la había fundido.
El taxista parecía haberse arreglado para la ocasión también, aunque el fuese un simple chofer. Todos los adornos que a diario colgaban de las ventanas y espejos del coche, habían desaparecido. La tapicería había sido limpiada, al igual que las alfombras.
Con todo esto, llegamos a tiempo. El taxista abrió mi puerta, como si yo fuera famosa o algo asi, pero no.
Camine un poco hasta llegar al " Trump Tower Hotel" donde se celebraba el aniversario de la revista mas prestigiosa de toda Nueva York, " Runway", para la que por cierto, trabajaba yo.
Resulta, que yo soy una artistucha de capa caída, que intenta alcanzar la cima de la resbalosa pirámide de la moda. Si, en efecto, así soy yo.
Pero por supuesto he llegado a realizar trabajillos en el terreno de la moda. Por ejemplo, el año pasado diseñe unas bragas sintéticas, pero no tuvieron mucha aprobación.
También he realizado algunos caminillos como modelo, y realizo numerosos anuncios de prestigiosas marca y algún que otro spot publicitario.
La fiesta estaba llena de gente famosa, de la talla de Michael Douglas, acompañado por su esposa Catherine Zeta-Jones, hasta Julia Roberts y Angelina Jolie.
Llegue hasta el estrado donde se encontraba la Sra Friden, actual directora. Su aspecto era arreglado y elegante, con su largo pelo de color dorado recogido en un sencillo moño.
-¡ Hola ! ¡ Me alegra verte de nuevo!- lo dudo :s
-Si, desaparecí durante un tiempo por asuntos personales. Pero ya estoy de vuelta, para retomar el trabajo.
-Emmm...Esto...Angelica - me llevo detrás de una columna donde nadie escuchaba- Resulta, que al marcharte, no podía dejar una plaza vacante, y menos en un puesto tan importante como el tuyo. Así que yo y los coordinadores de la revista, decidimos sustituirte por Sibyl.
-¡¿ Me esta despidiendo ?!- no podía disimular aquella mueca de incredulidad ante los nuevos hechos.
-Visto de ese modo...Si- las directoras de revistas neoyorquinas, se caracterizaban por su extremada sinceridad y por su inmenso poder para hacerte sentir como una pequeña cucaracha sin vida y ridiculizada.
-Pero no puede despedirme, me marche, como ya le he dicho, por motivos personales- cada vez estaba mas cabreada, tanto que si no fuera por mi reputación, le habría metido un ostiazo en toda la boca( quizás exagero un poco)
- Cariño, todo el mundo tenemos problemas personales, pero los solucionamos. Esta claro que tu trabajo no esta en " Runway", puesto que no puedes solucionar ni tus propios asuntos- me echo una mirada por encima del hombro- Si me disculpas tengo que saludar a nuestros invitados...Opps... Lo siento, quería decir " mis" invitados.
Se perdió entre el barullo de gente, y no la volví a ver en toda la noche.
Salí del edificio, y me senté en los escalones de la puerta principal, cuando de repente comenzó a llover. Pero no me importaba estropear mi elaborado peinado, o arruinar las dos horas de pedicura del día anterior. No había nada mejor para despejarse, que una lluvia fría.
Me quite los tacones y comencé a andar por la calle, bordeando " Central Park".
Cuando llegue al edificio de mi apartamento, el portero se quedo con la boca abierta, acostumbrado a otro tipo de aspecto sobre mi.
Entre en el ascensor y le dije de lejos:
-Una larga historia...

lunes, 17 de agosto de 2009

James Turrell

``En primer lugar, no me ocupo de ningún objeto. El objeto es la percepción misma. En segundo lugar, no me ocupo de ninguna imagen, porque quiero evitar el pensamiento simbólico asociativo. En tercer lugar, tampoco me ocupo de ningún objetivo ni de ningún punto en especial donde mirar. Sin objeto, sin imagen y sin objetivo, ¿qué es lo que miras? Te miras a ti mirando.´´

19.Mikaela Bessey.


De madrugada recibí una llamada de Helenna. Ya había llegado.
-¡Hola! ¿Cómo estás?- le pregunté yo, con cierta efusividad, impropia para ese momento.
-Bueno…He venido todo el viaje dándole vueltas en la cabeza al asunto…Así que…- su tono de voz volvía a ser deprimente.- Ya te debes estar imaginado como lo estoy pasando.
-Ya, te comprendo...Oye, ¿y cuándo irás al hospital?
-Supongo que iré directamente, en cuanto me recojan. Michael ya está en la ciudad, así que vendrá a recogerme en su coche.
-Saluda a todos de mi parte ¿sí?- le pedí.- Y dale ánimos a tu padre.
-Lo haré- me aseguró. Hubo una breve pausa.- Buen hablamos en otro momento ¿vale?. Un beso. Te quiero. Adiós.
Nos despedimos y colgué.
El tiempo, no parecía mejorar. En la calle los pálidos y frágiles copos de nieve, se convirtieron en duras y peligrosas bolas de granizo.
Ryan decidió encender la chimenea. Nos sentamos en el sofá y comenzamos a charlar. Me encantaba estar con él. <> pensé al tiempo que discutíamos sobre otros temas, que revoloteaban en torno a nuestra conversación.
A la mañana siguiente, la lluvia caía de manera torrencial.
-Vamos despierta dormilón. Son las doce pasadas- él me agarró de la cintura y me puso encima suya.- Tanta energía tienes nada más empezar el día.
El me respondió con una de sus sonrisas, al mismo tiempo que se desperezaba. Acercó hacia mi su cara y me besó.
-Oye recuerdas que tenemos que ir a comprar las cosas para mañana. Ya sabes vienen tus padres, los míos, nuestros hermanos, sobrinos, y todo lo que conlleva la familia- le informé.
El, estaba sentado en la cama intentando ponerse los vaqueros.
-Si, ya he hecho la lista de la cena, ¿tienes tú la de los regalos?- me preguntó él.
-Sabes muy bien que no me gusta llevar las compras planificadas. Siempre voy a la aventura.-él se rió.
-En serio, estás loca.
-Tú me vuelves loca.- le dije con cierto tono de picardía.

En la calle, la gente iba de un lado para otro con las compras de último momento, al igual que nosotros dos.
Primero fuimos a Zabar´s, una excelente tienda de comida, donde compramos el salmón y el caviar para la cena, y nueces con azúcar cande, para el postre.
Después fuimos a FAO, donde por supuesto compramos todos los regalos para nuestros sobrinos. Seguro que les encantarían.
Hicimos una parada para almorzar, algo realmente importante, porque ahora comenzarían las compras importantes. Compramos un bolso para Christine , la novia de mi hermano, de Hermes. En Sack´s, le compramos a Grace, la madre de Ryan, un vestido impresionante de Armani. Le sentaría perfecta, a su estilosa silueta. Bueno, en fin, compramos sin parar.
Cuando teníamos casi totalmente completa la lista de regalos, bueno por llamarlo de algún modo “lista” a todas las cosas que habíamos comprado sobre la marcha, pasamos por un escaparate de Valentino.
-¡Oh dios mío!- grité, y pegué mi cara contra el cristal-¡ Ese vestido le encantaría a mamá! ¡Mira los detalles! ¡Es una maravilla!
-Oye, ¿no te importa que me quede fuera esperando? Sabes que tanta tienda acaba conmigo-me pidió él.
-¡Claro! Enseguida vuelvo.
El aroma de la tienda era como cuando llegas a un gran almacén de ropa nueva. Era un olor especial. Te enganchaba y no te soltaba hasta que no comprabas algo. Era tentador.
-¿Puedo ayudarla en algo, señorita?- me preguntó la dependienta. Era guapísima. Tenia la piel bronceada, y llevaba un traje ideal.
-Si, ¿me puede decir cuanto cuesta ese vestido del escaparate?- le dije señalando a aquella obra de arte.
-A ver, a ver-dijo a la vez que se acercaba a él- Saldría por unos 3025$.
-¡Me lo llevo!-le dije.
-Una elección realmente buena. Pero su precio hecha hacia atrás a muchos clientes.- me informó con una sonrisa.
-Me lo podría envolver para regalo, por favor- le pedí.
-Desde luego.
A través del escaparate, vi a Ryan. Pero a su lado había una chica que le abrazaba con fuerza. Era alta, prácticamente, mediría lo mismo que yo. Tenia el pelo castaño, e iba excesivamente pintada. Siempre he pensado que las naturales somos mucho más guapas.
-Aquí tiene- me dijo la dependienta, pero yo estaba en estado de shock. ¿Quien era esa?. Llevaba casi dos minutos agarrada a él- Señorita, ¿se encuentra bien?
Desperté de mi ensimismamiento.
-¡Oh que tonta! Si, perdone. Muchas gracias.- y cogí la bolsa.
-De nada. Que tenga un buen día.
-Y usted.
Salí de la tienda. Puse una de esas caras que significan “quiero respuestas”.
-¡Oh, nena!- ¡¡¿CÓMO?!! ¡¡Era mi imaginación, o ella estaba rodeándole la cintura con un brazo!! Desde luego, esperaba que fuese mi imaginación jugándome una mala pasada.- Ella es Mikaela Bessey. Nos conocimos hace unos dos años, ¿no?.
-¡Deja que me presente tonto!- y le puso una sonrisa.- Soy Mikaela.
Me tendió la mano y se la estreché con pocas ganas.
-Mikaela es una vieja amiga- me informó Ryan, sin embargo no era suficiente información. Quería averiguar más de ella.
-¿ Y de qué os conocéis Ryan y tú?- le pregunté para sonsacarle algo.
-Trabajamos en la misma agencia.
En ese momento, el móvil de Ryan sonó.
-Perdonar chicas, es importante.- y se retiró unos cuatro metros. Suficiente para no escucharnos.
-¿ Sabes? Ryan y yo estuvimos liados durante un tiempo. Es un verdadero cielo.- me restregó con cara de enterada, pero a la vez disimulando. Yo percibí ese gesto gracias a “piernas alambres”, quién los hacia a todas horas del día.
-Ya pero ahora está conmigo.- le dije yo. ¡¡Jodete!!
-Bueno, ya está.- en ese momento Ryan se interpuso en nuestra conversación- ¿De qué hablabais?
-De nada interesante- respondió Mikaela, y me dejó cortada. Y eso era algo que a mí no me hacia ninguna gracia.
-Cierto...No hablábamos de nada interesante- la secundé. Me lanzó una mirada desafiante, a la que yo respondí.
-Bueno Miky-¡¡¿ Cómo que “Miky”?!!- Vamos a terminar las compras para mañana. Te pediría que vinieses, pero sabes que es un coñazo.
-¡Que razón tienes! Nos vemos en el estudio, entonces.- y le dio un abrazo.
<> pensé.
-Encantada de conocerte- y me volvió a tender la mano. Ese gesto fue el sello, que daría comienzo a la guerra entre las dos.

viernes, 14 de agosto de 2009

:)




''Alguien dijo alguna vez: si deseas algo con mucha fuerza, déjalo en libertad.
Si vuelve a tí, será tuyo para siempre.
Si no regresa, no te pertenecía desde el principio''

2.¡¡¡¿Qué narices estás haciendo aquí?!!!


Cogí un taxi, que me llevó a casa.
Me puse un vestido de Ralph Lauren blanco de volantes, que me compré en unos grandes almacenes de Londres.
Cogí mi cartera de Gucci , a juego con el vestido, agarré las llaves, y una chaqueta torera de color gris, y salí a la calle.
La noche me parecía más solitaria y triste que nunca. Básicamente, porque Ryan no estaba conmigo, además, nuestra última conversación, no acabó en lo que usualmente se denomina “un final feliz”.
“No creo que sea una buena compañía para Nick esta noche” pensé. Pero, en fin, no podía romper el compromiso.
El taxi me dejó en la puerta de “Daniel”, el restaurante donde había quedado con Nick.
El local parecía bastante abarrotado, por lo que no pude ver si Nick estaba ya o no.
-Perdone. ¿El señor Adams está aquí?-le pregunté al maître.
-Umm…-miró la lista- Sí. Por favor, sígame.
Recorrimos los pasillos que se formaban las mesas, y llegamos hasta una pequeña mesa con un par de sillas, una frente a la otra, y un centro de flores con una vela.
Allí estaba Nick. Muy elegante como siempre.
Levantó la cabeza, y se levantó para retirarme la silla.
-Buenas noches. ¿Cómo estás?- me dio un beso en la mejilla.
-Bien. Gracias.
Pedimos la cena y retomamos nuestra conversación pendiente.
-Siempre me gustó esta ciudad. Sé que es realmente agobiante pero me encanta. Tuve una oferta de trabajo en una revista en la que trabajé aproximadamente un año, más o menos.
Después me despidieron…No me preguntes por qué. Yo tampoco lo sé.

Le conté el resto de mi trayectoria profesional.
Un camarero llegó con nuestra comida.

-Estás guapísima esta noche- me dijo. Sabía perfectamente que estaba echándome los cejos, pero yo le ignoré.
-¿Te gusta tú cena?-le pregunté, con propósito de cambiar de tema.
-¡Vamos, Angie! ¡Ya no somos niños chicos! ¡No te pongas difícil!-se estaba aproximando para intentar liarse conmigo, pero aparté la cara de forma instantánea.
-¡Nick, estoy con alguien!...Creo que esta cena ha sido un error- me levanté para marcharme.
-¡Angie! ¿Acaso te has olvidado de cómo te morías por mi culo cuando estábamos en primero?-Rió.esto ya era el colmo. Cogí mi bolso y me dirigí hacia la puerta. Pero él me detuvo.- ¡Lo siento!¡No he debido decir eso, perdóname! Por favor, quédate…Te prometo mantenerme al límite. Si no quieres nada, pues entonces nada.
Tuve que pensármelo, pero al final accedí a quedarme.
-Está bien. Me quedaré. Pero solo como amigos ¿de acuerdo?-hizo un gesto de aprobación-Voy un momento al servicio.

Los servicios estaban completamente vacíos. Saqué del bolso el colorete, y comencé a retocarme frente al enorme espejo que había colgado en la pared. De pronto, la puerta se abrió de forma brusca.
-¡¿Qué narices haces aquí?!-era Nick.
-¡No puedo resistirme! ¡No sabes como me pones!- se abalanzó sobre mí. Me rodeó con sus brazos, de tal forma que no podía soltarme. Comenzó a besarme por el cuello, y después en la boca.
La puerta se entreabrió.
-Lo siento, no sabía que estaba ocupado- y volvió a cerrar.
Conseguí liberar una de mis manos y le di un bofetón.
Se apartó de mí de inmediato.
Salí corriendo del baño. Al regresar por aquellos estrechos y agobiantes pasillos que se formaban entre las mesas choqué contra uno de los camareros y los platos se le cayeron al suelo.

-Lo siento muchísimo- me disculpé. No podía pararme. Nick venía detrás de mí. Me seguía.
Me monté en el primer taxi que vi. Desde la ventana vi a Nick gritando desde la acera mi nombre y haciendo gestos para que volviera.
Las calles estaban bastante vacías, debido a que era un día entre semana, y la gente tenía que madrugar para ir a trabajar al día siguiente.
Me llevó directamente a casa. Le di un billete de cien dólares, sin darme cuenta. Ese día fue el día de suerte del taxista, pues le dije que se quedase con la vuelta.
No podía creer lo que acababa de ocurrir. Y no podía desahogarme con Ryan, pues descubriría mi mentira y dejaría de confiar en mi o algo peor.
Decidí llamar a Helenna, pero desafortunadamente, no llevaba el móvil consigo.
Me tiré sobre la cama, y empecé a llorar. Era la única forma de desahogarme.
“¿Por qué me quedé?”- mi cabeza me daba vueltas, no sabía lo que estaba pasando. Todo fue tan rápido, que no recuerdo nada. Ni siquiera recuerdo la cara de la chica que entró al baño.
Estaba totalmente confusa.
“¿Realmente era ese Nick con el que me había encontrado en la calle la mañana de ese mismo día?”.
Nunca le había visto actuar de forma tan extraña. Ni siquiera cuando estaba conmigo, era tan violento.
Me metí entre las sábanas, y al cabo de una media hora, me quedé dormida.
Esa noche tuve muchas pesadillas, en las que Nick me perseguía y no paraba de gritar mi nombre. Fue una de las peores noches de toda mi vida.

jueves, 13 de agosto de 2009

1.Nick Adams

¡Bienvenidos de nuevo a la Gran Manzana!

Es primavera en la ciudad de las luces, y en el aire se huele el buen tiempo.
Tras pasar un par de semanas de descanso con mis padres en su casa de Londres, pensé que era hora de volver.
Desde mi apartamento, observaba de nuevo, el continuo barullo que recorría las calles de la ciudad.
Me preparé un café bien cargado, como ya sabéis que me gusta.
La noche anterior, había salido a cenar con Ryan. Como podéis imaginaros, estaba agotada.
Pero en fin, mi vida debía continuar 
Me puse un vestido de color beige de Lanvin, con los tacones a juego de Dior.
Entre las calles se movía una suave brisa caliente, pero no pegajosa.
Esta mañana había recibido una llamada de Ryan, por lo que llevaba bastante prisa. Anoche no tuve suficiente tiempo para contarle todo lo que me ha pasado en Londres.

“Madison Avenue” estaba completamente saturada. Entre el gentío, me movía con velocidad, por lo que fue inevitable algún que otro codazo.
Estaba a punto de girar una esquina que enlazaba con la Quinta Avenida, cuando alguien chocó contra mí. Parecía no ser la única con prisa.

-¡Lo siento!- se disculpó él, mientras se agachaba a recoger mi bolso, pues se me había caído.
-¡No pasa nada! He sido yo. Tengo un poco de prisa- me disculpé con una sonrisa, aunque creo que no la vio porque seguía agachado.
-¡No, no, he sido yo!- insistió con otra sonrisa.

En ese momento, al levantarse para darme el bolso, percibí que examinaba cada una de mis facciones, como si me conociese de algo. Pero, lo cierto es que él también me resultaba familiar. En ese momento, me vino a la cabeza esa cara que yo conocía a la perfección.

-¡¿Nick?!¡¿Nick Adams?!-pregunté con curiosidad.
-Sí, así me llamo o eso creo-sonrió, al tiempo que estaría pensando de que le conocía.- Espera, espera… ¿Angelica Blumwort?
-¡¡Sí!!-salté hacia él para darle un abrazo. Supongo que fue un acto reflejo, causado por la emoción-¡Dios mío, cuanto has cambiado!
-¡Si, bueno, un par de operaciones siempre ayuda!- bromeó.
-¡Que coincidencia!¡Nos conocemos en Londres y nos encontramos en una de las ciudades más caóticas del mundo!- soltó una carcajada, y yo le acompañé.-¿Y qué haces por aquí?
-Mi padre, y no pienses que es enchufe- sonrió. Tenia una sonrisa realmente bonita.- tiene un bufete de abogados aquí, y desde Navidades trabajo aquí… ¿Y que es de ti?

En ese mismo instante, alguien me dio un toque al móvil. Era Ryan. Ya habría llegado.

-Oye, tengo que irme.- busqué en mi bolso- Toma. Es mi número. Llámame cuando tengas tiempo ¿vale?
-¡No dudes que lo haré!- me aseguró con una de sus sonrisas.

Nos despedimos, y comencé a andar. Apenas me había separado cinco metros de él, cuando recibía una llamada.
Era un número que no conocía.
-¿Diga?
-¿Qué te parece el restaurante “Daniel” a las diez?- era Nick, quien reía al otro lado del auricular.
Colgué el teléfono, me giré y le hice un gesto con la mano de: OK.

Tras el inesperado encuentro con Nick Adams, me dirigí hacia la cafetería en la que había quedado con Ryan. Él, como siempre, había llegado puntual.

-Siento el retraso-él estaba sentado. Tomé asiento y le besé.- Me he encontrado con un viejo amigo… Lo que hace el colegio.
-No te preocupes. Acabo de llegar.- parecía bastante serio.
-Esto… ¿Has pedido ya?- le pregunté para cambiar de tema.
-No, todavía no.
-¿Te pasa algo? No sé te veo muy serio- le pregunté.
-No, no es nada, cosas de trabajo. No te preocupes.

Pensé que no era el mejor momento para decirle que había quedado por la noche con una persona que hace muchos años atrás, estuvo liado conmigo. Quería evitar una escenita de celos.
Ya se me ocurriría algo.
El tentempié transcurrió sin ninguna novedad.
Fuimos a dar un paseo a Central Park, y a la hora del almuerzo, nos comimos un perrito, en uno de los puestos del parque.
Se hacia tarde, y debía marcharme a casa para arreglarme.
Pero no sabía que excusa ponerle a Ryan, para decirle que me tenía que marchar.

-Oye…Tengo que marcharme- tenía que pensar algo para excusarme.
-¿Por qué? ¿Te pasa algo?- se arrimó hacia mí y me envolvió entre sus brazos. Realmente, no me gustaba mentirle.
-Esto…Sí, me pasa algo...¡¡El perrito!!-fue lo primero que me vino a la cabeza.- ¡Sí, el perrito…me ha sentado mal! Tengo fatiga.

Esa excusa fue poco convincente. Sin embargo, pareció surtir efecto.
-Te acompañaré a casa- decidió.
-¡No, no, no, no!-insistí.- Me voy a ir directamente a la cama, así que no quiero aburrirte.
-¡Sabes perfectamente que no me importa! Vamos, pediré un taxi- me agarró del brazo para incorporarme.
-¡Ryan he dicho que no!- tuve que insistir de forma brusca para evitarle.
Me miró confuso como queriendo decir: ¿Qué narices te pasa?
-¡Vale!...¡Vale!- hizo un gesto, y se apartó de mí-¡Te dejo en paz!
Empezó a andar alejándose de mí.
-¡¡Lo siento, vale!! Solo estoy un poco nerviosa.
Se giró hacia mí. Por un momento pensé que vendría a darme un abrazo, pero no.
-Llámame cuando te sientas bien para hablar-dijo con seriedad. Se metió las manos en los bolsillos, y se marchó.

Os estaréis preguntando que está pasando con nuestra relación. Sinceramente, yo tampoco lo sé.