domingo, 1 de noviembre de 2009


Ellas son encantadoras. Deliciosas sinfonías rimbobantes que entremezclan el estruendo de los tacones que no dominan con sus risas ilusoriamente altas y penetrantes. Fueron dulces e inocentes ayer, hoy son deliciosas aspirantes a Voguette y mañana serán románticas abandonadas con aires rock que proclaman que han muerto de amor.
Ellas son cualquiera de ellas. Todas ellas. Queridas lolitas inocentes que antes hablaban de jovencitos que tocan en grupos de rock y ahora han sustituído las letras de canciones en sus carpetas que hablan de amor secreto e imposible y de quemar todas las cartas de amor por los sueños de Valentino, Dior y Chanel.
Un día jugaron a las muñecas, a vestirlas. Barbie tenía un gran armario que costaba tanto mantener que cambiaba de temporada dependiendo de cómo iban las notas. Uno estudiaba para tener ropa que ponerle a Barbie. Es la triste verdad. Hay padres inocentes -sigh- si me leen ya no.
Hoy ellas fuman a escondidas y sigen sacando buenas notas para ampliar el guardarropa. Lo que pasa es que la rubia ahora son ellas, Ken es el cantante-que-ensaya-en-el-garaje y lee revistas de moda en vez de coleccionar cromos de Barbie.
Y sí, lo han adivinado. Algún día tendrá una familia numerosa: de exmaridos. O un gran armario.O, quizás sólo un puñado de recuerdos de color rosa que duraron lo mismo que el aire del cigarro que nunca gustó de fumar. Que quemaba para quemar sus orígenes.a