viernes, 14 de agosto de 2009

2.¡¡¡¿Qué narices estás haciendo aquí?!!!


Cogí un taxi, que me llevó a casa.
Me puse un vestido de Ralph Lauren blanco de volantes, que me compré en unos grandes almacenes de Londres.
Cogí mi cartera de Gucci , a juego con el vestido, agarré las llaves, y una chaqueta torera de color gris, y salí a la calle.
La noche me parecía más solitaria y triste que nunca. Básicamente, porque Ryan no estaba conmigo, además, nuestra última conversación, no acabó en lo que usualmente se denomina “un final feliz”.
“No creo que sea una buena compañía para Nick esta noche” pensé. Pero, en fin, no podía romper el compromiso.
El taxi me dejó en la puerta de “Daniel”, el restaurante donde había quedado con Nick.
El local parecía bastante abarrotado, por lo que no pude ver si Nick estaba ya o no.
-Perdone. ¿El señor Adams está aquí?-le pregunté al maître.
-Umm…-miró la lista- Sí. Por favor, sígame.
Recorrimos los pasillos que se formaban las mesas, y llegamos hasta una pequeña mesa con un par de sillas, una frente a la otra, y un centro de flores con una vela.
Allí estaba Nick. Muy elegante como siempre.
Levantó la cabeza, y se levantó para retirarme la silla.
-Buenas noches. ¿Cómo estás?- me dio un beso en la mejilla.
-Bien. Gracias.
Pedimos la cena y retomamos nuestra conversación pendiente.
-Siempre me gustó esta ciudad. Sé que es realmente agobiante pero me encanta. Tuve una oferta de trabajo en una revista en la que trabajé aproximadamente un año, más o menos.
Después me despidieron…No me preguntes por qué. Yo tampoco lo sé.

Le conté el resto de mi trayectoria profesional.
Un camarero llegó con nuestra comida.

-Estás guapísima esta noche- me dijo. Sabía perfectamente que estaba echándome los cejos, pero yo le ignoré.
-¿Te gusta tú cena?-le pregunté, con propósito de cambiar de tema.
-¡Vamos, Angie! ¡Ya no somos niños chicos! ¡No te pongas difícil!-se estaba aproximando para intentar liarse conmigo, pero aparté la cara de forma instantánea.
-¡Nick, estoy con alguien!...Creo que esta cena ha sido un error- me levanté para marcharme.
-¡Angie! ¿Acaso te has olvidado de cómo te morías por mi culo cuando estábamos en primero?-Rió.esto ya era el colmo. Cogí mi bolso y me dirigí hacia la puerta. Pero él me detuvo.- ¡Lo siento!¡No he debido decir eso, perdóname! Por favor, quédate…Te prometo mantenerme al límite. Si no quieres nada, pues entonces nada.
Tuve que pensármelo, pero al final accedí a quedarme.
-Está bien. Me quedaré. Pero solo como amigos ¿de acuerdo?-hizo un gesto de aprobación-Voy un momento al servicio.

Los servicios estaban completamente vacíos. Saqué del bolso el colorete, y comencé a retocarme frente al enorme espejo que había colgado en la pared. De pronto, la puerta se abrió de forma brusca.
-¡¿Qué narices haces aquí?!-era Nick.
-¡No puedo resistirme! ¡No sabes como me pones!- se abalanzó sobre mí. Me rodeó con sus brazos, de tal forma que no podía soltarme. Comenzó a besarme por el cuello, y después en la boca.
La puerta se entreabrió.
-Lo siento, no sabía que estaba ocupado- y volvió a cerrar.
Conseguí liberar una de mis manos y le di un bofetón.
Se apartó de mí de inmediato.
Salí corriendo del baño. Al regresar por aquellos estrechos y agobiantes pasillos que se formaban entre las mesas choqué contra uno de los camareros y los platos se le cayeron al suelo.

-Lo siento muchísimo- me disculpé. No podía pararme. Nick venía detrás de mí. Me seguía.
Me monté en el primer taxi que vi. Desde la ventana vi a Nick gritando desde la acera mi nombre y haciendo gestos para que volviera.
Las calles estaban bastante vacías, debido a que era un día entre semana, y la gente tenía que madrugar para ir a trabajar al día siguiente.
Me llevó directamente a casa. Le di un billete de cien dólares, sin darme cuenta. Ese día fue el día de suerte del taxista, pues le dije que se quedase con la vuelta.
No podía creer lo que acababa de ocurrir. Y no podía desahogarme con Ryan, pues descubriría mi mentira y dejaría de confiar en mi o algo peor.
Decidí llamar a Helenna, pero desafortunadamente, no llevaba el móvil consigo.
Me tiré sobre la cama, y empecé a llorar. Era la única forma de desahogarme.
“¿Por qué me quedé?”- mi cabeza me daba vueltas, no sabía lo que estaba pasando. Todo fue tan rápido, que no recuerdo nada. Ni siquiera recuerdo la cara de la chica que entró al baño.
Estaba totalmente confusa.
“¿Realmente era ese Nick con el que me había encontrado en la calle la mañana de ese mismo día?”.
Nunca le había visto actuar de forma tan extraña. Ni siquiera cuando estaba conmigo, era tan violento.
Me metí entre las sábanas, y al cabo de una media hora, me quedé dormida.
Esa noche tuve muchas pesadillas, en las que Nick me perseguía y no paraba de gritar mi nombre. Fue una de las peores noches de toda mi vida.

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