lunes, 24 de agosto de 2009

Reflexiones sobre la música.

Muchas veces pienso en qué es lo que nos hace disfrutar tanto de la música, por qué una canción nos evoca tantos recuerdos, por qué un sonido concreto nos transmite tantas emociones. Puedo afirmar sin exagerar que a mí la música me cambió la vida en un momento determinado de mi vida y como a mí a miles y miles de personas en el mundo.

La música, la buena música, lo es porque habla de grandes emociones desde un lenguaje puramente bello. No podemos valorar en términos objetivos lo que es la belleza, esta simplemente se manifiesta, y nosotros la detectamos, es así. ¿Por qué esta canción es tan bella? Pues no lo sé, lo es, y punto. Escuchamos una canción, un sonido, y algo se activa en nuestro cerebro, un proceso químico que nos despierta algo en nuestro sistema neurológico y que provoca esas sensaciones y emociones. Pero hace falta algo más para llegar a lo más profundo del alma. Hace falta algo más para golpear y cambiar conciencias. Hace falta haber sufrido y vivido mucho, y saber traducir ese puto dolor y tristeza en acordes, notas y estribillos. Y es esa estimulación de sentimientos, esa especie de conexión espiritual entre el fan y el artista, lo que convierte a la música en un medio de expresión de un poder tan devastador y absoluto, y también, por qué no decirlo, lo que establece la diferencia entre los mediocres y los más grandes.

Así pues llenamos nuestra memoria con recuerdos, y los acompañamos de bandas sonoras, de letras y melodías que son las que nos acompañan durante toda nuestra vida. Y cuando llega el momento de verte cara a cara con los que han escrito la banda sonora de tu vida, ese momento, joder, es indescriptible. Es imposible contener la emoción porque hay mucho por lo que agradecerles. Estoy convencido de que muchos de ellos no saben ni por asomo lo felices que han hecho a muchísima gente. Todas las veces que he llorado escuchando una canción no lo hice por la emoción, lloré por algo mucho más profundo e inexplicable. Algo que conectó con mis entrañas, directamente a las vísceras, y me arrancó tantas cosas de dentro, tantos recuerdos, tanto sufrimiento, tanta melancolía, tanta energía, TANTO…

A veces pienso que esto solo me pasa a mí, que soy como muy sensible y le doy mucha trascendencia a las cosas, pero entonces es cuando vas a un concierto de tal y de cual y ves a miles de personas sintiendo lo mismo que tú, y entonces es cuando comprendes que no hay lenguaje más universal que el de la música.

No hay comentarios:

Publicar un comentario